Editorial
El 3 de diciembre de 2025 se conmemora el 91.º aniversario del natalicio del Presidente Gonzalo. El gran corazón del Presidente del Partido Comunista del Perú, líder de la invicta Guerra Popular y líder de la Revolución Proletaria Mundial, dejó de latir el 11 de septiembre de 2021, al ser asesinado por el reaccionario Estado peruano al servicio del imperialismo estadounidense. Su muerte fue una victoria moral, política y militar para el proletariado internacional, pues entregó su vida como maoísta convicto y confeso, impasible tras décadas de aislamiento, tortura y encarcelamiento, transformando su celda en la más brillante trinchera de combate. En conmemoración de su vida, su pensamiento todopoderoso y su Jefatura, bajo el justo y correcto lema: APRENDER DEL PRESIDENTE GONZALO, UNIRSE BAJO EL MAOÍSMO, el Consejo Editorial de El Obrero publica un editorial especial.
Somos 15 mil millones de años de materia en movimiento
“Dicen que esta parte del cosmos se estructuró como Tierra a lo largo de 15 mil millones de años, miles de millones de años para desarrollar el comunismo.” – Presidente Gonzalo, Por la Nueva Bandera, IX Sesión Plenaria del Comité Central del Partido Comunista del Perú, 7 de junio de 1979.
La campaña APRENDAMOS DEL PRESIDENTE GONZALO, UNÁMONOS BAJO EL MAOÍSMO se basa en comprender el proceso mediante el cual se logran todos los saltos necesarios. Se enfrenta a los teóricos ignorantes que se autoidentifican como maestros del marxismo, pero que en la vida real sufren las manías creativas de la escoria pseudoerudita de la burguesía. Por “el proceso” nos referimos, en última instancia, al proceso de la materialización del comunismo.
El pensamiento omnipotente del Presidente Gonzalo continúa iluminando este proceso, específicamente el proceso en el que el maoísmo se desenvuelve como la tercera y superior etapa del marxismo. A la clase dominante y a sus agentes internacionales —los revisionistas y los oportunistas de derecha— les interesa primero infamar su pensamiento y luego enterrarlo en la oscuridad; al proletariado le interesa abolir estos sueños siniestros.
Es necesario que el periódico clasista del proletariado en Estados Unidos continúe trabajando en el glorioso avance de los maoístas en este país para enaltecer el pensamiento del Presidente Gonzalo y blandirlo para el destierro y la exclusión de la derecha. Asumimos nuestra posición en esta lucha con todo el corazón, con plena conciencia, y reprendemos todo paso que se dé en contra de la correcta definición, hecha por nuestro Gran Jefe, de la ideología del proletariado internacional. Aquí es donde la lucha por el maoísmo comienza de nuevo, con la definición proporcionada por el Presidente, quien comprendió al Presidente Mao mejor que nadie; sus antecedentes se forjaron hace 15 mil millones de años.
Fue por necesidad que el maoísmo debía definirse, y es casualidad que solo el Presidente Gonzalo lo hiciera. La lucha de clases produce revolucionarios y necesariamente producirá líderes, y sobre ellos, un Gran Jefe, pero quién es este último está determinado por el azar, por un conjunto de condiciones específicas que se dan en un lugar y momento determinados. De esta manera, se generó la Jefatura del Presidente Gonzalo, reconocida por primera vez por el Partido Comunista del Perú en 1979, cuando se reconstituyó. No existe una Jefatura que no se base en un cuerpo de pensamiento. Al definir el maoísmo, el Presidente Gonzalo lideró la campaña internacional por el maoísmo y representa una gran cumbre. Todos los trabajadores deben buscar la verdad por sí mismos y valorar correctamente el valor de las enseñanzas del Presidente en relación con la realización de la gran ambición de la clase en este frente de la revolución mundial: la conquista y defensa del poder político para el proletariado en la revolución socialista.
Sobre las “sectas” y el “culto a la personalidad”
Las viejas blasfemias del falso comunista Nikita Khrushchev siguen siendo absorbidas por los patéticos traidores al comunismo hoy en día, al invocar el espectro del “culto a la personalidad”. Dondequiera que se haga esta crítica, se encuentra anticomunismo; así de simple. Tras ella residen los ataques a la dictadura del proletariado, la concepción leninista del liderazgo específicamente, y la disciplina organizativa, todo lo cual es un intento de decapitar a la izquierda y separar a los comunistas de las masas. El llamado “culto a la personalidad” es una tesis revisionista; ¿quién la ha defendido? Liu Shaoqi, Deng Xiaoping, Althusser, Gorbachov y muchos otros. Hoy en día, en Estados Unidos, sale de las bocas manchadas de heces de los liquidacionistas de derecha políticamente degenerados y sus discípulos entre los liquidacionistas de adentro hacia afuera, cuya altanería a la burguesía se disfraza de maoísmo. Basamos nuestras opiniones en las enseñanzas del Presidente Gonzalo; Entiendan esto, con respecto a la revolución:
En nuestro caso, buscan despojar a este proceso de liderazgo, y los reaccionarios y quienes los sirven saben muy bien por qué lo hacen, porque no es fácil generar grandes líderes y una Gran Jefatura. Y una Guerra Popular como la de este país necesita grandes líderes y una Gran Jefatura, alguien que represente la revolución y la encabece, y un grupo capaz de liderar sin concesiones. En resumen, el culto a la personalidad es una siniestra formulación revisionista que nada tiene que ver con nuestro concepto de líderes revolucionarios, que se ajusta al leninismo.
Que todos los intentos bastardos de codificar su siniestro revisionismo revelador en términos nuevos como “grupo de alto control” o “líder carismático” sean vistos por lo que son: decrépitos y absolutamente estúpidos.
Sobre la revolución y la violencia revolucionaria
Basándose firmemente en el marxismo, el Presidente Gonzalo afirma el principio de la violencia revolucionaria.
Lenin, en su lucha contra el renegado Kautsky, defendió a Marx, precisando que la concepción marxista de la dictadura del proletariado implica violencia revolucionaria: “No se puede ocultar que la dictadura presupone e implica una ‘condición’, tan desagradable a los renegados, de violencia revolucionaria de una clase contra otra” y “la dictadura revolucionaria del proletariado es el gobierno conquistado y mantenido mediante la violencia del proletariado contra la burguesía, un gobierno que no está restringido por ninguna ley”.
El presidente Mao Zedong expresa la universalidad de la violencia revolucionaria de forma concisa y contundente: “Todo comunista debe comprender la verdad: ‘el poder político nace del cañón de una pistola’”. Esta profunda afirmación se profundiza aún más cuando expresa: “Todo en Yenán se ha creado con armas. Todo nace del cañón de una pistola. Según la teoría marxista del Estado, el ejército es el principal componente del poder estatal. Quien quiera tomar y conservar el poder estatal debe contar con un ejército fuerte. Algunos nos ridiculizan por defender la ‘omnipotencia de la guerra’. Sí, somos defensores de la omnipotencia de la guerra revolucionaria; eso es bueno, no malo, es marxista”. Esto tiene profundas implicaciones para toda la concepción de la organización revolucionaria y la actividad práctica.
Tras la muerte de un gran revolucionario, los revisionistas —aquellos que buscan revisar el contenido revolucionario del marxismo basándose en las nuevas condiciones— siempre surgen y causan estragos. Así ocurrió tras la muerte de Marx y Engels, con Bernstein y Kautsky. Tras la muerte de Lenin, Trotsky lo intentó, pero fue detenido por el camarada Stalin. Tras la muerte del camarada Stalin, fue Jruschov, y tras la muerte del presidente Mao, su teoría revolucionaria fue atacada por Deng. En cada caso surgen nuevos líderes para defender el contenido revolucionario del marxismo contra el revisionismo, y en defensa del marxismo, el Presidente Gonzalo lucha con vehemencia en esta cuestión de la violencia revolucionaria, arraigada en la ideología del proletariado internacional y existente como una necesidad en todas las etapas y en todos los países.
“El revisionismo es, obviamente, un cáncer”, dijo el Presidente, “un cáncer que debe ser eliminado sin piedad. De lo contrario, no podremos avanzar en la revolución. Recordando lo que dijo Lenin, de forma concisa, debemos avanzar en dos cuestiones: la cuestión de la violencia revolucionaria y la lucha incansable contra el oportunismo, contra el revisionismo”.
“El problema de la violencia revolucionaria”, explicó, “es un tema que se debate cada vez más, y por lo tanto, los comunistas y revolucionarios debemos reafirmar nuestros principios. El problema de la violencia revolucionaria es cómo llevarla a cabo mediante la Guerra Popular. Entendemos esta cuestión como que, cuando el Presidente Mao Zedong estableció la teoría de la Guerra Popular y la puso en práctica, proporcionó al proletariado su línea militar, una teoría y una práctica militar de validez universal y, por lo tanto, aplicables en todas partes según las condiciones concretas.
Vemos el problema de la guerra de esta manera: la guerra tiene dos aspectos: destructivo y constructivo. La construcción es el aspecto principal. No verlo así socava la revolución, la debilita. Por otro lado, desde el momento en que el pueblo toma las armas para derrocar el viejo orden, la reacción busca aplastar, destruir y aniquilar la lucha, y utiliza todos los medios a su disposición, incluido el genocidio.
La cuestión de la violencia revolucionaria, según el marxismo, no es un espejismo que siempre se desplaza hacia un horizonte lejano que nunca se alcanza, sino una cuestión de organización necesaria de principio a fin. Con esta gran perspectiva, el Presidente Gonzalo plantea la concepción del Partido Comunista como el combatiente heroico que dirige su propia construcción, la construcción de su ejército y del frente único, resolviendo concretamente la cuestión de la construcción del Partido en torno al fusil y basándose en el Presidente Mao.
En contraste, están todas esas miserables teorías que aún se inspiran en la cripta de Kautsky, y que pretenden que el Partido se construye en torno a una actividad educativa legal y abierta. Huelen a muerte; son necrófilas. Junto a ellas, están sus contrapartes superficiales que se complacen con el liberalismo y solo hablan de violencia defensiva pasiva cuando no hay absolutamente ninguna otra opción; estas son intolerables, ya que las únicas opciones para quienes viven en el sistema imperialista son vivir bajo una violencia siniestra, ser aplastados por ella o blandir la violencia revolucionaria. Cuidado con el falso comunista que olvida reafirmar los principios de la violencia revolucionaria por miedo a las represalias; es un charlatán que oculta la verdad a las masas para salvar su propio y sucio pellejo. «Al diablo con las palabras de los traidores. De hecho, todo se ganó mediante la violencia revolucionaria».
Sobre la cuestión del fascismo
El Presidente Gonzalo instó a un estudio minucioso del Séptimo Congreso de la Internacional Comunista contra los intentos vulgares de Avakian por negarlo, y con ello afirma la lucha contra el fascismo, desmarcándolo claramente de las confusas interpretaciones y definiciones liberales. Todas estas equiparan el fascismo con «dictadura» y «violencia». Esta definición se utiliza hoy para agrupar a las masas tras el cadáver de la mafia democrática.
Expresó que los principios democráticos de la Ilustración están siendo abandonados por los reaccionarios de todo el mundo: «El Estado es violencia organizada», explica, «todos los Estados usan la violencia porque son dictaduras». Continúa: «Debemos entender que el fascismo implica una violencia más refinada, y el desarrollo del terrorismo, sí, pero eso no es la totalidad, sino un componente, es el medio del fascismo para desplegar la violencia reaccionaria». Dado que todos los Estados burgueses experimentan un proceso de descomposición y se vuelven cada vez más reaccionarios, el fascismo se expresa con el corporativismo, la reorganización de la sociedad y el Estado según líneas corporativistas: «¿Qué quieren? Quieren la formación de corporaciones, es decir, organizar a los productores y a todos los miembros de la sociedad según líneas corporativistas».
El fascismo surge en el mundo como una necesidad para la burguesía ante la amenaza de la revolución proletaria. Donde la revolución se desata, el fascismo surge para hacerle frente, y es detenido principalmente por la fuerza armada organizada del estado proletario. Cuando las formas liberales son insuficientes para contener la revolución, la burguesía puede aceptar el fascismo con todos sus horrores e inestabilidades, y este adopta diferentes formas en todas partes.
Sin importar las consignas, ya sea “rechazar el fascismo de Trump” o la palabrería sobre la “fascistización” (¡lo que sea que esto signifique!), quienes ven el fascismo en Estados Unidos como una realidad o como una inminencia se refugian en las suaves mantas de la reaccionaria clase dominante demoliberal y, como resultado, están lamentablemente mal preparados para enfrentar la reacción. Detrás de tales posiciones, hemos visto argumentos para votar por el genocida Joe Biden, así como para esconderse de las masas con la cabeza en la arena, políticas de avestruz de falsa clandestinidad. Para enfrentar el revisionismo, la reacción y el imperialismo de manera implacable e inseparable, hay que aprender del Presidente Gonzalo en esta cuestión.
Sobre la liberación nacional y la cuestión nacional
El Presidente Gonzalo, basándose firmemente en el marxismo, expresa que el tipo de revolución aplicable a las naciones oprimidas es la revolución democrática, específicamente la revolución de Nueva Democracia liderada por el proletariado y, a su cabeza, por su partido comunista. Así es como se resuelve la opresión nacional y se logra la autodeterminación; no hay otra manera.
Establece que la Revolución de Nueva Democracia debe ser seguida por la Revolución Socialista, y que la continuación de la revolución socialista debe desarrollarse bajo la dictadura del proletariado como Revolución Cultural. La cuestión nacional es inseparable de la cuestión agraria; esto es lo que indica.
El Presidente Gonzalo rechaza la teoría de la dependencia, como escribió el PCP: «El término ‘neocolonia’, utilizado por el revisionismo en la década de 1960, es rechazado. Se basaba en la concepción de que el imperialismo aplica una forma de dominación más suave, lo que los llevó a derivar la caracterización de ‘país dependiente’. Por lo tanto, aplicando la tesis del Presidente Mao de que se abría un período de lucha contra las dos superpotencias que se disputan el reparto del mundo, es necesario especificar quién es el principal enemigo del momento».
Basándose en la teoría revolucionaria desarrollada por el camarada Stalin, reconocida por el gran Lenin, el Presidente Gonzalo defendió la postura de Mariátegui respecto al problema nacional en el Perú: en 1974, pronunció un discurso en la conferencia organizada por el sindicato de maestros de Huamanga, Ayacucho, en el que definió al Perú como una nación oprimida por el imperialismo, semifeudal y semicolonial, describiendo el proceso histórico en el que se desenvolvió el capitalismo burocrático. Es importante estudiar esto, teniendo en cuenta que el Presidente no especificó una multitud de naciones dentro del Perú; quechua, aymara, etc. En 1990, expresaría que quienes abordan el problema nacional desde una perspectiva identitaria o cultural representan modalidades burguesas derechistas, revisionistas y oportunistas que deben ser combatidas por el marxismo.
El Presidente señaló y denunció la deformación del problema nacional tras los llamados criterios de identidad nacional, lo que lleva a reducirlo a una cuestión cultural. «Estas posturas fueron apoyadas por elementos de la vieja camarilla revisionista…». Fueron estos elementos los que «comenzaron a plantear el problema de las nacionalidades quechua y aymara, concibiéndolas como naciones que deben desarrollarse mediante la creación de repúblicas».
El Presidente Gonzalo no deja lugar a dudas sobre este tema: «…no hay problema nacional sin la cuestión agraria, como bien dijo el camarada Stalin». Añadió que este problema resurgiría en la década de 1960 «vinculado a la llamada nueva izquierda, que nunca se posicionó a favor del marxismo». Esto es increíblemente perspicaz y relevante para nuestra experiencia en Estados Unidos con los mismos tipos, algunos de los cuales citan a Stalin sin comprenderlo, lo que significa que solo hablan de él nominalmente, mientras presentan los mismos criterios burgueses comunes al imperialismo, el revisionismo, el oportunismo y la llamada «nueva izquierda» que también le causó problemas al marxismo en este país.
Algunos miembros de la vieja pandilla revisionista de “nuevos izquierdistas” que ahora se autodenominan “nuevos comunistas” (avakianistas) argumentaron en su día que, a pesar del fin de la aparcería —que planteaba una cuestión agraria específica en el sur de Estados Unidos al constituir la base del vínculo económico interno y la vida económica compartida, identificados por Stalin como criterios nacionales—, aún existía una nación oprimida en el sur de Estados Unidos. Una vez más, el revisionista Avakian ha decidido romper con los supuestos “errores” de la Internacional Comunista. Hoy, esta postura ha degenerado a partir de esta fuente, de la única manera posible: en una superficial política identitaria burguesa. Sin embargo, la desempolvan quienes tienen más ideas burguesas que teoría marxista, y también está cargada de todo el disfraz de reducir el problema a una cuestión cultural. Para Avakian, el modo de producción no determina la sociedad; pierde todo criterio de clase y, por lo tanto, puede separar la cuestión nacional de la cuestión agraria y proponer una quimera absurda que combina dos tipos diferentes de revolución en una sola.
Estas cuestiones exigen una posición de clase proletaria, una unidad bajo el maoísmo basada firmemente en las enseñanzas del Presidente Gonzalo, para poder ir más allá de la espiral descendente indicada por Avakian.
El 3 de diciembre de 1934 marca el nacimiento de nuestro gran jefe; el 11 de septiembre de 2021 marca su invencible victoria moral, política y militar sobre la reacción.
Debemos seguir luchando por la campaña Aprendamos del Presidente Gonzalo, Unámonos bajo el Maoísmo, persistiendo sin temor a la muerte ni al cansancio en el único camino invencible hacia la reconstitución del Partido Comunista de los EEUU y el fin de todas las sectas siniestras.
Al despedirnos, el Presidente Gonzalo nos ordenó encarnar el maoísmo como único comandante y guía de la Revolución Proletaria Mundial, de la cual nuestra revolución socialista en Estados Unidos forma parte y a la que sirve. Llamó a constituir o reconstituir los Partidos Comunistas para que puedan iniciar y guiar la guerra popular en cada país, según sus condiciones. Nos comprometemos, Presidente Gonzalo, maestro de maestros, el más grande entre los grandes, el águila del Movimiento Comunista Internacional, que dedicaremos nuestras vidas, dándolas cuando sea necesario y sin escatimar esfuerzos, para llevar a cabo tus gloriosas directrices finales.
¡APRENDAMOS DEL PRESIDENTE GONZALO, UNÁMONOS BAJO EL MAOÍSMO!
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